Get Adobe Flash player

Productos

×

Advertencia

Asigne el componente Virtuemart a un elemento del menú

Yo soy cuando comprendo. Cayetano Arroyo

E-mail
7,99 €
Descripción

Yo soy cuando comprendo. Cayetano Arroyo

Editorial: Sirio 2ª edición 1988

Rústica editorial ilustrada, con solapas. 21x13 centímetros. 138 páginas. Ilustrado. Estado de conservación: libro con señales normales de buen uso.

En cierta ocasión, iba AI-Ahim andando al lado de su burro Al-Hem y al llegar a una bifurcación del camino, uno tomó por un lado y el otro por el otro. Uno que los observaba le preguntó a AI-Ahim: « ¿Cómo dejas que tu burro se separe de ti?». Y Al-Ahim le contestó: «Las cosas de mi burro son sólo suyas, tan sólo cuando la vida nos junta nos podemos servir mutuamente sin compromisos».

En cierta ocasión una mosca no dejaba tranquilo a Al Ahim. Una y otra vez se posaba sobre su cara. A base de manotazos logró alejarla y entonces dio un suspiro y dijo: «Por fin se ha ido de mí esa mosca pesada». Entonces Al-Hem le repuso: «La has alejado de ti para que mi oreja la acoja, esto es un hecho típicamente humano». AI-Ahim le dijo: « ¿Qué quieres que haga entonces, que la aguante yo?». Y el burro le respondió: «Si está picándote a ti en ese instante, estás seguro que a ningún otro molesta, y ¿no es ya esto una satisfacción?».

Conversaciones de AI-Ahim y su burro Al-Hem

Un día, de entre los días de aquella Primavera, Al-Ahim muy temprano se montó en su burro y lo dejó trotar a la deriva de su conciencia, preguntándose dónde lo llevaría aquel día.

Vio con asombro que aquella mañana trotaba con más entusiasmo que nunca y este inusitado cambio le impedía meditar sobre todas las cosas que veía en el camino. No obstante, se contentó diciendo: «El de hoy es un día de repaso rápido al libro de la vida».

A todo esto vio que Al-Hem, que así era el nombre de su burro, rebuznaba de alegría y aceleraba su trote hacia un pequeño manantial de agua. Entonces comprendió la actitud inusitada de su amigo y le dijo: "Hoy, más que por tu conciencia, te has dejado llevar por tu sed». Y él le contestó: «Cuando una rueda necesita grasa, chilla hasta que se la echan. Pobre de aquel que lo deja para mañana, porque mañana no podrá hacer ni lo de hoy ni lo de mañana…

Compartir

Siganos en