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La revolución rusa. Richard Pipes

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Descripción

La revolución rusa. Richard Pipes

Editorial: Círculo de lectores / Debate 2016

Cartoné con sobrecubierta ilustrada. 24x17 centímetros. 1046 páginas

No es un disparate afirmar que la Revolución Rusa fue el acontecimiento no militar más importante del siglo XX. Sus consecuencias se hicieron sentir hasta 1991 y todavía hoy el mundo sigue bajo la influencia de los postulados y las acciones derivadas de la victoria bolchevique. La Revolución Rusa tuvo, a nivel mundial, el mismo impacto que la francesa una centuria antes. Aunque los principios defendidos por los revolucionarios galos difieren de los esgrimidos por sus homólogos rusos, unos y otros reivindicaron una transformación radical de los fundamentos y las normas que regían sus sociedades. Las dos revoluciones, igualmente, fueron movimientos ideológicos: tras sus exigencias y programas materiales había un pensamiento político sustentando por unos pocos intelectuales, que utilizaron el descontento de las masas para promover sus ideales. Difieren, sin embargo, en la influencia que han legado a la historia: aunque la francesa apenas sobrevivió una década, pues Napoleón y la Restauración socavaron las esperanzas revolucionarias, sus principios perduraron y son la base de las actuales democracias. Por el contrario, si la rusa se mantuvo casi un siglo (para lo que hubo de aplicar una férrea represión), sus fines apenas son hoy defendidos.

Cuando hablamos de la Revolución Rusa, solemos referirnos a los acontecimientos que en octubre de 1917 llevaron al partido bolchevique a hacerse con el control de San Petersburgo (Petrogrado en aquel momento) y, posteriormente, del resto del país. Ahora bien, aquella insurrección no fue un hecho aislado, sino parte de un proceso más amplio que tiene su origen a finales del siglo XIX y que ya había dado lugar a numerosas tentativas de modificar el régimen político ruso (algunas exitosas, otras sonados fracasos), como fueron las “revoluciones” de 1905 o los levantamientos de febrero, abril y julio de 1917. Todas ellas, aun con motivaciones diferentes, allanaron el camino para que los bolcheviques dieran finalmente el golpe de mano con el que acapararían el poder, facilitando el triunfo de Trotsky, Lenin y sus seguidores. No se pueden entender las causas que permitieron la victoria de la minoría bolchevique sin estudiar el declive de las instituciones rusas y el caos que reinaba en un país, interna y externamente asediado

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